Supuestamente, el pasado 27 de abril el Consejo de Ministros aprobó el Plan de Recuperación, una oportunidad única y, esperemos, irrepetible, para revitalizar la economía española en lo que promete ser una travesía espinosa. Digo supuestamente porque aunque la noticia llena titulares y los medios de comunicación se han hecho eco, la información nos llega tan vacía de contenido, ya no digamos de concreción, que una ya no sabe a qué atenerse. Fue el 23 de abril de 2020 cuando se acordó establecer este paquete de estímulo presupuestario de gran envergadura pero con velocidad de ralentí. Tras un año de deambular por las mentes de los gestores de la política económica, lo único que podemos decir seguro es que este año incluiremos en los presupuestos 27.000 millones en total y que habrá que esperar hasta el 2025 para completar la cifra de los 74.000 millones que esperamos. Unos datos muy estimulantes o, al menos, así esperamos que se lo tomen los sectores más perjudicados.

El sector turístico, por su parte, como todos los telespectadores, observa perplejo las declaraciones de personajes como el secretario general de la Mesa de Turismo, que admite que “es cierto que el ritmo de vacunación no ha sido el óptimo en nuestro país”. Auguramos que se convertirá en el eufemismo del año, aunque no ponemos la mano en el fuego. Aún queda mucho año por delante y estamos seguros que nuestros representantes tienen guardado algún as en la manga para cuando pensemos que no nos pueden sorprender más.

España estaría preparada para abrir sus puertas al turismo a partir de junio, según se anunció en la cumbre anual del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC). Para entonces, un optimista 33% de la población estaría ya vacunado, según el ambicioso calendario de vacunación del Gobierno. La crisis pone en peligro 4,4 millones de empleos turísticos hasta 2025, cuando, según predice un informe de McKinsey, la actividad turística en España alcanzará una recuperación plena. El sector, que pasó de representar el 12,4% del PIB del país en 2019 a solo el 4,3% el año pasado, continúa su viaje por el desierto. Esto se traduce en una pérdida de 250.000 millones por las restricciones y una gestión ineficiente en la reactivación del sector. En concreto, la consultora prevé que hasta 2024 hay riesgo de que se pierdan un total de 4,4 millones de empleos turísticos. Al empleo destruido en más de un año de pandemia hay que sumar los ERE, pero eso ya es otro cantar, pues es donde el turismo aglutina más de la mitad del total de trabajadores, que además se extiende hasta septiembre. 

Es así que, cuando el gasto turístico ha tocado fondo, con niveles nunca vistos en la historia de España, ha sido el turista nacional el que ha impulsado a duras penas al sector en sus horas más bajas.

Blanca López

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